Julio esta sentado en el banco de un hospital, está como si esperara algo o alguien, se lo ve impaciente.
En el fondo del pasillo hay una ventana que se encuentra abierta, por ahí entra un poco de luz, que hace que Julio mire para allá.
Sin darse cuenta con la mano derecha esta golpeando con los dedos la pared. Este movimiento es cada vez más rápido, porque Julio esta cada vez más impaciente.
Por cada golpeteo del dedo índice de Julio a la pared, es un segundo, un minuto o quizás unas horas, que pasan sin que Julio deje de estar tranquilo.
Por la ventana deja de entrar luz, el pasillo se hace oscuro. Y Julio no deja de golpetear con el dedo la pared.
Sin darse cuenta, en la pared se estaba formando un agujero, se estaba descascarando la pared de a pedacitos, su dedo se empezaba a hinchar, la uña se empezaba a quebrar, de la punta del dedo le empezaba a salir sangre, gotas de sangre, el tiempo seguía pasando y Julio no se percataba de eso.
Su dedo ya no tenia uña, en el suelo un charco de sangre, en la pared un hueco grande…
Por la ventana vuelve a entrar luz, y julio sigue ya golpeando con otro dedo, porque el índice había desaparecido. Ahora le tocaba al del medio.
Por la ventana dejaba de entrar luz nuevamente, y más sangre se acumulaba, él sin darse cuenta…
Así pasaron varios días, sin dormir, sin comer y sin percatarse de este paso del tiempo de la ausencia de casi todos sus dedos.
Una tarde, cuando ya Julio golpeaba la pared con el codo, pasó un doctor… Julio más nervioso que antes, despertó de ese estado somnoliento y le dijo: Doctor Dorctor… cómo está?
El doctor lo miró… le vio el brazo… miro la pared… que ya nada quedaba de ella.
Y le respondió: parcialmente nublado, con paulatino ascenso de la temperatura, mejorando por la noche.
Julio se volvió a sentar, y siguió golpeando ya con parte del hombro la pared desecha…