12.7.06

Todos mis hombres se han rendido, menos uno.

Argentina 25 de mayo de 1810. Estábamos ganando, el rival casi no presentaba batalla, parecía fácil, pero no fue.
Yo estaba al frente y mis hombres detrás, y adelante otros hombres que no me simpatizaban, eran 11, nosotros 10, jugamos con arquero volante.
Al arco y moviéndose por toda la cancha estaba José de barrio San Martín, apodado por la hinchada como el General; en la defensa y ubicados en línea de tres estaban, Juan José Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea, en calidad de triunviros; en el medio y con muchas ganas de jugar estaban Vicente López y Planes, José Julián Pérez y Bernardino Rivadavia, un poquitito mas adelantado manejando los hilos del equipo se paraban Carlos de Alvear y Juan Martín de Pueyrredón; arriba soportando la presión de la gente estaba yo.
Arrancamos el segundo tiempo ganando 3 a 0, al mando del equipo me había quedado yo.
Ellos salieron a comernos, se los veía enfurecidos, tal es así que a los 5 minutos de iniciada la segunda mitad, el nueve de ellos recibe el balón solo en la puerta del área. El General, un hombre de juego rústico, sale a cubrir el arco, el nueve rival trata de eludirlo y a San Martín no le queda otra que ponerle el pie en el medio del pecho, cometiéndole penal y siendo expulsado por la ley de último recurso decretada por el Rey de España, en la última reunión de la naciones unidas.
Lo mando al arco a Manuel de Sarratea uno de los triunviros. El penal es ejecutado despacio y al medio del arco, Manuel no lo puede atajar; el encuentro es 3 a 1.
Luego de este penal desde el alambrado se escuchan unos gritos de dos hinchas apasionados del equipo; ellos eran conocidos como French y Berutti, estos le gritan: mové los brazos puto…cagón!!!.
Manuel de Sarratea al oír esto se emboló y gritando “chupenmela!!” hacia la hinchada, dejó la cancha. Al ver la huida de Manuel, Juan José Paso y Feliciano Chiclana se fueron con él por ser parte del Nuevo Triunvirato.
Quedamos seis en la cancha, aguantando el asedio como podíamos, desde las tribunas tiraban aceite hirviendo, que eso ayudaba a mantener el resultado.
Al arco lo puse a José Julián Pérez, los otros quedamos parados en línea de 5 a la defensa.
A los 30 minutos corner para ellos, pelota al área y el nueve rival salta en el área chica, estorbando la salida de J.J. Pérez, y colocándole el codo en la mandíbula convierte el 3 a 2. Todos pudimos ver el codo en la cara de nuestro arquero, Camino directo hacia el nueve y le hago un improperio a este jugador, y se nos vienen los 11 jugadores contrarios. Vicente López y Planes y Carlos de Alvear huyeron cobardemente, J. J. Pérez no se levantó más. Sólo quedamos Juan Martín de Pueyrredón y yo a mantener el resultado.
El encuentro finalizó y lo pudimos ganar. Jamás olvidaremos esa tarde porque todos, pero todos, no sólo obtuvimos una victoria si no que también ganamos una calle.
Mi nombre es 27 de abril y por ahí me llaman San Jerónimo.

FIN.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sigamos siempre asi y llegaremos a ser uno de los preclaros hombres durmientes de las plazas de la ciudad